COMENTARIOS AL DOCUMENTO “PLAN DE USO Y MANEJO DE ANTIMICROBIANOS” (ANEXO IT 3922- Plan de Antibióticos). MESA DE TRABAJO SALMÓN, MINISTERIO DE ECONOMÍA. MARZO 2009.
(II PARTE)
2.- Una tasa máxima de consumo de antibióticos y cambios en la administración de medicamentos en la salmonicultura intensiva.
En el documento que se comenta, no se establece un necesario calendario de reducción del consumo de antibióticos en la salmonicultura intensiva que opera en Chile.
Es decir, con la anuencia de esta Mesa “Salmón”, se seguirán usando en Chile cantidades insólitas de medicamentos, que no guardan relación con una gestión productiva eficiente ni con la preocupación que debiera tener el Estado por la Salud Pública. No le ha bastado a los integrantes de esta Mesa las evidencias científicas y la alarma en el gremio médico que han provocado las investigaciones que se han realizado sobre el uso de antibióticos en la Industria salmonera.
NO ES CIERTO que en esta Industria se ocupen de 200 a 250 más antibióticos que en la salmonicultura intensiva Noruega, como se ha sostenido al interior de la Mesa de Trabajo “Salmón”. Las tasas de consumo de medicamentos en la producción de salmones en Chile llegan hasta los 790 gramos de droga por cada tonelada de salmón producida, según los registros que ha levantado la Asociación Gremial de Organizaciones de Pescadores Artesanales de Aysén (AGO) en estudios que se han basado en lo que las mismas empresas salmoneras han declarado en las DIA con las que han obtenido sus permisos ambientales de funcionamiento.
En Noruega, mientras tanto, la Industria salmonera ocupa sólo UN GRAMO de medicamentos por cada tonelada de salmón producida. Luego, en Chile se pueden usar hasta 790 veces más antibióticos que en Noruega, tres veces lo que se ha señalado y sostenido en la Mesa “Salmón”. Por ello, la AGO ha ironizado que seguir comparando a la salmonicultura intensiva chilena con la Noruega “es como comparar a Deportes Puerto Montt con el Manchester United”…
La diferencia entre ambas Industrias no es sólo numérica: es política.
Mientras la reducción del consumo de antibióticos en la salmonicultura intensiva Noruega fue una decisión de Estado, en Chile se ha dejado en manos de esta Mesa Privada la solución para un problema de graves alcances para la Salud Pública, una Mesa que además está mal informada.
En segundo lugar, existen evidencias científicas de estudios ejecutados en Chile acerca de la existencia de “genes de resistencia” en bacterias del sedimento de sistemas acuáticos intervenidos por la salmonicultura intensiva . Igualmente, la comunidad médica chilena ha dado cuenta del aumento de las tasas de generación de resistencia bacteriana a los antibióticos tanto al interior de los recintos hospitalarios como FUERA de ellos.
Los médicos chilenos señalan que varias especies de microorganismos causantes de patologías humanas se han hecho resistentes a TODOS los medicamentos que se usan en Chile para combatirlos, atribuyendo este fenómeno al consumo de alimentos contaminados con residuos de antibióticos .
Estas son las consecuencias del uso irracional e ilimitado de antibióticos en la producción animal en Chile, especialmente en la salmonicultura intensiva, donde los antibióticos son mayoritariamente administrados por “vía oral” (disueltos en los alimentos artificiales suministrados a los peces) y sobre los que la literatura científica reporta una pérdida de hasta un 70% de la droga así administrada y que se inyecta directamente en el medio acuático intervenido . Es decir, por cada 100 kilos de antibióticos que se administran por “vía oral” a los salmones, 70 kilos se pierden como contaminante del medio acuático ocupado por las salmoneras.
Luego, sin establecerse un calendario de reducción del consumo de antibióticos y sin establecer una prohibición a la administración “oral” de drogas, como lo ha pedido y fundamentado la Pesca Artesanal, el conjunto de propuestas que aparecen en el documento que se comenta no sólo es inútil para solucionar el problema de uso irracional de medicamentos en la salmonicultura intensiva, sino que profundizan este problema.
Ello, porque de manera insólita se adjudica A LOS VETERINARIOS de las empresas salmoneras toda la responsabilidad por un eventual mal uso de antibióticos en los centros de cultivo. Es decir, se libera a las empresas de una responsabilidad que le es casi exclusiva: la compra de los medicamentos, la determinación de la forma de administración e incluso hasta las dosis a aplicar están determinadas por las empresas y no por los veterinarios, puesto que en TODAS las DIA que se presentan a evaluación ambiental YA VIENEN ESTABLECIDAS LAS DOSIS DE ANTIBIÓTICOS QUE SE APLICARÁN EN LOS CENTROS DE CULTIVO ante un evento patológico.
No es el veterinario quien construye las DIA: es una consultora contratada por la empresa. Tampoco es el veterinario el que importa las ovas infectadas de múltiples enfermedades, que son la base para la colección de epidemias que atraviesan a la Industria salmonera en Chile y que pasan sin mayor esfuerzo por los controles que (teóricamente y aún por demostrar) realiza el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
En efecto, la Ms Sc. Sandra Bravo, de la Universidad Austral de Chile (UACH) ha señalado que alrededor de un 70% de las ovas importadas por las empresas salmoneras que operan en Chile mueren en las primeras etapas de desarrollo como resultado de las enfermedades que portan .
En consecuencia, el verdadero problema del uso irracional e ilimitado de antibióticos en la Industria salmonera que opera en Chile radica en que los salmoneros importan enfermedades y el Estado chileno lo permite. Atribuir al veterinario una responsabilidad que es empresarial y estatal, antes que nada, es dejarle la puerta abierta a las empresas (y al Estado) para eludir sus propias responsabilidades. La Mesa de Trabajo “Salmón” ha creado una “cabeza de turco”, un fusible a quemar, para que el Estado y las empresas salmoneras no respondan por la destrucción ambiental y la amenaza para la salud pública en que han convertido al Mar Chileno Austral.
Es, en definitiva, una cubierta más en la capa de protección a una Industria tóxica, que es el verdadero fin de la creación y funcionamiento de esta Mesa de Trabajo “Salmón”: salvar a la Industria salmonera a como de lugar y sin importar los costos económicos, sociales, ambientales y sobre la Salud Pública incluso internacional, que el “Salvataje” pueda demandar.
Además, ninguna referencia se hace, en el documento comentado, a la gran variedad de medicamentos que se usan en la Industria salmonera que opera en Chile, a diferencia de las restricciones existentes en otros países grandes productores de salmón.
En el Cuadro inserto a continuación se aprecia esta diferencia en la tolerancia de los Estados al uso de medicamentos en salmonicultura intensiva. La diferencia es tan grande como la responsabilidad social que tienen los Estados incluidos en este Cuadro.
ANTIBIÓTICO CHILE ESTADOS UNIDOS NORUEGA
Acido nalidíxico Si No No
Ácido oxolínico Si No No
Amoxacilina Si No No
Ampicilina Si No No
Cefotaxima Si No No
Cloranfenicol Si No No
Eritromicina Si No No
Florfenicol Si No Si
Gentamicina Si No No
Canamicina Si No No
Quinolonas Si No No
Streptomicina Si No No
Sulfas Si Si Si
Tetraciclina Si Si Si
Trimetropin Si Si Si
Fuente: Cabello, F.C., 2006: Antibióticos y Acuicultura en Chile: consecuencias para la salud humana y animal. Rev. Méd. Chile, Nº 132, 1001-1006.
A la luz de lo que indica este Cuadro comparativo, cabe preguntarse: ¿hay algún medicamento que esté prohibido por el SAG? ¿De verdad es necesario darle a este Servicio una responsabilidad de permitir o no el uso de algún medicamento en la salmonicultura intensiva si pareciera que la farmacología completa está ya autorizada? ¿Tiene algún sentido práctico, más allá de las buenas intenciones que la sustentan, la campaña de OCEANA-Chile por una prohibición para el uso de quinolonas (Ácido oxolínico y Flumequina) en la producción salmonera chilena? ¿Qué hace la pesca artesanal, por ejemplo, con los otros 13 tipos de medicamentos que figuran en este Cuadro?
Dejar en manos de la propia Industria salmonera el control del uso de antibióticos, es decir, mantener la política de auto-fiscalización y auto-regulación para una industria que no es capaz de evitar “fugas” de millones de ejemplares de salmones portadores de enfermedades, ni la dispersión de un virus en más del 70% del Borde Costero del mar Territorial chileno, escapa a toda lógica.
El verdadero control sobre el consumo de antibióticos en la Industria salmonera lo puede ejercer el Estado fácilmente mediante la exigencia de una copia de cada factura que acredite la compra de antibióticos por parte de cada empresa salmonera. ¿El Estado chileno no es capaz, acaso, de llevar un registro de facturas? ¿O este empeño por mantener la política de auto-fiscalización de la Industria salmonera tiene relación con el proyecto del Gobierno de privatización del Mar Chileno a través del traspaso al patrimonio empresarial de las concesiones acuícolas que, hasta ahora, son bienes comunes de todos los chilenos?.
¿Cómo va a regular y fiscalizar el Estado dentro de la “propiedad privada” en que se convertirá cada salmonera cuando se les regale el Mar chileno, si ahora, siendo el Estado el propietario de aquellas concesiones, no tiene siquiera la voluntad de fiscalizar y menos de regular?.
Por cierto, tampoco ese tema de interés nacional, como lo es la privatización del Mar chileno, es abordado por la mesa de Trabajo “Salmón” en este documento, aún considerando las implicancias sanitarias que tiene el que el uso irracional de antibióticos pueda, en el futuro, realizarse dentro de “propiedades privadas” y que es en esta Mesa de Trabajo desde donde surgió la idea de privatizar el Mar.
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