Fuente: Atlas Región de aysén, SERPLAC, 2005.
(A.G. de Organizaciones de Pescadores Artesanales de Aysén)
7 de Marzo, 2008.
En el Mapa Adjunto (Mapa 1) aparece el estado de solicitudes de concesiones acuícolas (aprobadas y en tramitación) a Diciembre del año 2003 en la Región de Aysén. Las concesiones aparecen como una multitud de puntos amarillos dispersos en todos los canales, fiordos y borde costero de la Región de Aysén, incluso en aquellas zonas que fueron consideradas como “preferentemente turísticas” y/o destinadas a la “conservación” en el proceso de Zonificación del Borde Costero del año 2004.
Si se considera que la declaratoria de “marea roja” abarca a extensas áreas marítimas en la Región, que impiden la existencia de concesiones destinadas a las áreas de manejo y/o de cultivo de moluscos explotados por la pesca artesanal, se puede asumir que casi la totalidad de estas concesiones acuícolas del Mapa referido, corresponden a concesiones para la instalación de centros de engorda de salmónidos (balsas-jaulas).
En los últimos 4 años transcurridos desde que se efectuó la Zonificación del Borde Costero, otras decenas de solicitudes de concesiones marítimas para la salmonicultura intensiva han sido ingresadas al proceso de evaluación ambiental previo a la autorización de operaciones, especialmente tras el colapso ambiental en que ha entrado el Mar Interior de Chiloé en la X Región de Los Lagos. Otras instalaciones en operación están solicitando “ampliaciones” de producción para tonelajes de salmón hasta 20 veces lo ya autorizado.
La salmonicultura intensiva es una actividad productiva de alto impacto ambiental, que requiere de una estricta regulación para impedir daños irreversibles al sistema acuático donde opera, especialmente donde se instalan las balsas-jaulas salmoneras.
En particular, en todos los Estados que han desarrollado la salmonicultura intensiva, existen fuertes regulaciones ambientales para la actividad, que incluyen limitaciones al uso de alimentos comerciales, de productos químicos e incluso de los volúmenes de agua que se ocupan en la fase de engorda y hasta limitaciones a la producción a obtener en cada centro. Todo ello, complementado por un sistema estricto de fiscalización y regulación a cargo del Estado y de un sistema de evaluación ambiental de cada proyecto igualmente riguroso.
Nada de ello existe en Chile.
La salmonicultura intensiva chilena (aunque dominada por capitales noruegos) opera bajo una permisividad total del Estado, que le ha entregado facultades de auto-regulación a la propia industria. Así, la evaluación de cada proyecto salmonero (incluyendo plantas de procesamiento, fábricas de alimentos, pisciculturas y centros de engorda) se remite a una revisión de Declaraciones de Impacto Ambiental (DIA) que presentan las empresas a los servicios públicos competentes.